Que son los cuentos

Los cuentos son medios de comunicación, utilizados por todos/as en todos los ámbitos de la sociedad. Por ello, hay que tener cuidado con su utilización; puesto que su influencia es abrumadora.

Como cualquier medio de comunicación, la información que trata es relevante; no obstante hay que tener "pies de plomo con ella", ya que debe ser una información relevante que no genere el mismo conocimiento en todos/as. Sino que ayude, a crear en cada persona su propia percepción, respetando la de los/as demás. Por ello, la infomación que tratan los cuentos, debe ser revisada; durante mucho tiempo han perpetuado una información sexista hacia las mujeres (también hacia los hombres).

Debemos cambiar el curso de esto, con lo que os animo a participar en la mejora de la creación de cuentos, para educar a la sociedad en la perspectiva de género.

Disney

Disney
No les importa nada

Reflexión

¿Crees que los estereotipos sexistas se han eliminado?
Crear una educación sin igualdad, es crear una sociedad sin pensamiento, sin sentido, sin armonia, sin valor...

ACTIVIDAD

Primero os invito a crear un cuento, donde no se reproduzcan, como en los cuentos populares, los estereotipos y roles sexistas. Un relato, donde nadie sepa lo que va a ocurrir; porque no es habitual lo que desempeña cada personaje por su condición de sexo y género. Una historia que propague el pensamiento de que "eso es posible" y que se debe alcanzar en la vidad real (un cuento al reves).

Segundo, abro un espacio en el que expreseis vuestros pensamientos acerca de las incognitas que se han creado a lo largo de la historia con respecto a la figura de la mujer. Reproducidos continuamente en los cuentos de toda la vida (¿que ocurriria si...?).

También, creare entradas con contenidos para leer, participar, criticar...

viernes, 19 de marzo de 2010

Algunos cuentos coeducativos


Hola a todos/as, he encontrado este cuento coeducativo. Es bastante interesante. Me ha hecho reflexionar, sobre las situaciones de opresión, sumisión, silencio... que hemos recibido las mujeres durante tanto tiempo. No obstante, se puede extrapolar a la situación de los hombres, puesto que en ellos también se ha ejercido una gran presión, esperando que sean como impone la cultura patriarcal. Y aquellos que han sido atípicos, han sido callados y olvidados.

Si queréis aportar vuestra opinión, bienvenida es. Gracias.

ROSA CARAMELO (2001).
ADELA TURÍN Y NELLA BOSNIA. ED. LUMEN

Había una vez en el país de los elefantes... una manada en que las elefantas eran suaves como el terciopelo, tenían los ojos grandes y brillantes, y la piel de color rosa caramelo.

Todo esto se debía a que, desde el mismo día de su nacimiento, las elefantas sólo comían anémonas y peonias. Y no era que les gustaran estas flores: las anémonas- y todavía peor las peonias- tienen un sabor malísimo.

Pero eso sí, dan una piel suave y rosada y unos ojos grandes y brillantes. Las anémonas y las peonias crecían en un jardincillo vallado. Las elefantitas vivían allí y se pasaban el día jugando entre ellas y comiendo flores.

“Pequeñas”, decían sus papás, “tenéis que comeros todas las peonías y no dejar ni una sola anémona, o no os haréis tan suaves como vuestras mamás, ni tendréis los ojos grandes y brillantes, y, cuando seáis mayores, ningún guapo elefante querrá casarse con vosotras”.

Para volverse más rosas, las elefantitas llevaban zapatitos color de rosa, cuellos color de rosa y grandes lazos color de rosa en la punta del rabo. Desde su jardincito vallado, las elefantitas veían a sus hermanos y a sus primos, todos de un hermoso color gris elefante, que jugaban por la sabana, comían hierba verde, se duchaban en el río, se revolcaban en el lodo y hacían la siesta debajo de los árboles.

Sólo Margarita, entre todas las pequeñas elefantas, no se volvía ni un poquito rosa, por más anémonas y peonías que comiera.
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Esto ponía muy triste a mamá elefanta y hacía enfadar a papá elefante. “Veamos Margarita”, le decían, “¿Por qué sigues con ese horrible color gris, que sienta tan mal a un elefantita?¿Es que no te esfuerzas?¿Es que eres una niña rebelde?¡Mucho cuidado, Margarita, porque si sigues así no llegarás a ser nunca una hermosa elefanta!”

Y Margarita, cada vez más gris, mordisqueaba unas cuantas anémonas y unas pocas peonías para que sus papás estuvieran contentos.

Pero pasó el tiempo, y Margarita no se volvió de color de rosa. Su papá y su mamá perdieron poco a poco la esperanza de verla convertida en una elefanta guapa y suave, de ojos grandes y brillantes. Y decidieron dejarla en paz.

Y un buen día, Margarita, feliz, salió del jardincito vallado. Se quitó los zapatitos, el cuello y el lazo color de rosa. Y se fue a jugar sobre la hierba alta, entre los árboles de frutos exquisitos y en los charcos de barro.

Las otras elefantitas la miraban desde su jardín. El primer día, aterradas. El segundo día, con desaprobación. El tercer día, perplejas. Y el cuarto día, muertas de envidia. Al quinto día, las elefantitas más valientes empezaron a salir una tras otra del vallado. Y los zapatitos, los cuellos y los bonitos lazos rosas quedaron entre las peonías y las anémonas. Después de haber jugado en la hierba, de haber probado los riquísimos frutos y de haber comido a la sombra de los grandes árboles, ni una sola elefantita quiso volver nunca jamás a llevar zapatitos, ni a comer peonías o anémonas, ni a vivir dentro de un jardín vallado.
Y desde aquel entonces, es muy difícil distinguirlos, ¡se parecen tanto!

2 comentarios:

  1. pues en la sicedad esta ocurriendo lo mismo, porque a las mujeres que se salen de las pautas establecidas no se las quiere, y a los hombre que se salen tambien de esa pautas se les aparta. Deberiamos de ser todos iguales, llegar a ese punto como los elefantes que no se les diferencia por el sexo.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo, todos deberíamos ser iguales y tener las mismas oportunidades. Parece mentira que hoy día todavía se intente que las mujeres nos vistamos con los lacitos rosas, porque así es como se es una buena mujer. Pero hemos conseguido muchos logros a lo largo de la última década. Pero, parece que queda mucho por lograr, que todavía, no hemos cruzado del todo ese jardín vallado, como hicieron las elefantinas, siguen existiendo grandes obstáculos profesionales y sociales que no dejan que las mujeres sean libres como los hombres.
    Entre todas, podemos lograrlo, empezando por educar a los hijos, tanto la mujer como el hmbre, en igualdad de condicones, derechos y OBLIGACIONES.

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